Las pasadas vacaciones de Semana Santa me encontraba en un mercadillo alicantino con mi hija y unos amigos. Nos acercamos a un puesto de embutidos que tenían un lomo con muy buen aspecto. En cuanto nos vió, la dicharachera y sonriente vendedora nos atendió estupendamente y, mientras preparaba nuestro lomo, nos dió a probar un exquisito lacón asado que ellos mismos hacían e iban cortando sobre la marcha. Buenísimo, nos encantó. Después nos deleitó con un poco de queso, una morcilla curada y otra butifarra blanca que, como no, nos encantaron a los mayores y a la peque.
A la par de la degustación, nos iba ofreciendo dos bandejas del lacón por un mejor precio, un lote con varias cosas de las que habíamos probado,… Como ya te estarás suponiendo, lo que iba a ser la compra de un lomo embuchado, se completó con otras suculentas viandas.
¿Qué hizo aquella muchacha? Pues no nos vendió su producto, si no que nos regaló una experiencia sensorial. La misma que luego disfrutaríamos en nuestras casas, días después, recordando las vacaciones y lo que las últimas habían supuesto.
Como puedes ver, no te he hablado precios. No es relevante. Lo importante es lo bueno que estaba todo y cómo después evocó a nuestras vacaciones.
Y mi reflexión de hoy es para ti. Entonces, ¿cómo vendes tu producto o servicio?, ¿cómo te vendes como persona?
Vuelvo al tópico de no es lo que cuesta, es lo que vale.
En la empresa, nos pasa lo mismo. A veces, nos empeñamos en vender un producto o un servicio, con un precio puesto desde una hoja Excel de cálculo de costes. Pero en muchas ocasiones no debe ser así. Nuestro producto o servicio tiene un valor proporcional al tamaño del problema que soluciona. Muchas veces, la funcionalidad es la que marca la experiencia del comprador, así que ahí es donde debemos centrar nuestro argumento de venta y no en su precio.
Y, como persona, tu valor, depende de tu #ACTitud, así que saca la mejor que tengas, ponle pasión, muestra lo mejor y deja probar un poquito. El resto, ¡está todo hecho! El que no prueba, no conoce. Y el que desconoce, no elige.
Y como una imagen vale más que mil palabras, en portada, de nuevo una foto de Andrés de La Ossa , de la estación de autobuses de Pamplona. Como bien sabes, el comprar un viaje no es cambiar dinero por billetes, es pagar por una nueva experiencia.
Hola Ángel, completamente de acuerdo!
Pero permíteme un comentario: no es por quitarle méritos comerciales a la persona pero es que dio con un buen apreciador de viandas….se lo pusiste muy fácil!😜
Abrazos
Eso es, Fernando. Ya sabes que en estos temas tengo buena capacidad de valorar lo bueno y de sacrificio para darle un tiento.
Un abrazo!
Hola Angei ! Esta muchacha tiene arte ! Como profesional de la venta no me gusta comprar , me gusta que me vendan ! Y a esta dependienta , supongo que sera la de los granainos del mercadillo de Campello ,la felicite y le regale un pescado ,como premio a su actitud que me encanto ! Un abrazo grande amigo Angel !
Jaja, Cristian!!! Lo has pillado perfectamente y ya sabes de quién estoy hablando. De su puesto me traje unas cuantas cosas a Navarra para compartir con amigos y estirar el sabor de las vacaciones. Lo que no me acuerdo muy bien es de lo que me costó.
Y tú, a por más peces, maestro.
Buena mar!!!
Pongámonos en situación: Vacaciones, familia, amigos, mercadillo, quizás vermut, buena gente (como siempre)…
Desde mi humilde punto de vista: Lunes, llueve, visita a empresa, gerenta o gerente, jefa o jefe de compras, etc.
Y resulta que tengo tanta ilusión y #ACTitud (o más)por mi producto, como la persona que te vendió aquellas buenas viandas, pero yo vendo toallas de playa…
¿Volvemos a la realidad?, Por favor.
Un abrazo, Ángel .
Gracias, Roberto. Tú que eres un crack de la venta ya sabes que ese lunes, toca vender paraguas y hacer labores de gestión, pero para el fin de semana, ya colocarás unas cuantas toallas, estoy seguro 🙂 . Un abrazo
Sin duda amigo Ángel este artículo refleja la antítesis de la realidad. En este mundo tan comercial y lleno de campañas, san Valentín, día del padre, día de la madre, papa Noel, Reyes, etc en el que solo nos dedicamos al consumismo, realizar esa reflexión que tan bien has descrito debe de hacernos pensar a todos. Aparte de la vendedora, que sin duda lo hizo genial, tu compraste para compartir y esa es la ACTitud que debería primar en esta sociedad: COMPARTIR.
Enhorabuena y un abrazo
Gracias, Juan Carlos. No hay otra. La vida son momentos y los momentos son para disfrutarlos y compartirlos. El vendedor, a vender y el comprador a comprar. Ambos, disfrutando de su papel y sabiendo que es un mercadeo justo, honrado y valorado.
Un abrazo fuerte
Refrendas los valores de la #ACTitud pero en ambas partes. Tanto de quién vende como de quién compra.
Me has hecho recordar y reforzar ciertos aspectos que tengo que volver a poner en alza.
Por último, cierto es que no has «tocado» el tema económico pero en todos los sectores se está reduciendo al análisis del céntimo, literalmente, sobretodo de quien compra. Queda ausente el valorar un servicio, una atención, etc… Pero bueno, para eso reforzar la #ACTitud y un poco de tú ayuda…
NUEVA ETAPA….NUEVA #ACTITUD
Un abrazo Ángel.
Bravo, Paulino!!!
Toda la razón. El comprador está para comprar y normalmente sabe lo que quiere.
El vendedor a vender y que no la intente colar.
Y eso es parte de la cadena de valor de la empresa y el negocio.
Forzar una u otra parte al final solo conduce a empeorar el resultado.
Mucha fuerza y #ACTitud en tu nueva etapa.
Un abrazo
Hola Angel,
Excelente positivimos de la ACTITUD!
Gracias, Fernando.
PAra eso estamos, para dar ese empuje positivo-constructivo desde el hacer, desde nuestra propia #ACTitud. Gracias por valorarlo.
Cuanta razón tienes, amigo.
Para vender, no sólo es necesario tener un buen producto, también hay que saber comunicarlo al cliente, para lo que es preciso conocer sus debilidades y saber aprovecharlas (y eso sí que es difícil).
Ahora ya sabemos gentes de distintos lugares qué hacer en el mercadillo del Campello.
Un abrazo enorme, D. Ángel.
Gracias, Álvaro.
Esa es la cuestión, el analizar cómo vendemos y como compramos, porque en este caso, sí que es más fácil ponerse en la piel del otro.
Un abrazo