Todos tenemos aficiones que nos hacen crecer como personas, además de llevarnos a disfrutar el tiempo que las practicamos. Muchas, mejoran nuestra habilidades de muchos tipos, nos dan satisfacciones y motivación y generan avances incluso personales y profesionales.
Una de mis aficiones, como muchos sabéis, es el pequeño huerto urbano, “La Huertina de Marina”, que haces años organicé en mi jardín.
Todo empezó a lo bobo, quería tener unos tomates sabrosos y unas buenas piparras para comer fritas en temporada y me dió por experimentar y lanzarme a ello hace ya cinco años. Busqué abono, sacos de tierra y preparé una zona mejorando el sustrato que había. Me fui a un vivero y compré los correspondientes plantones, los cuidé, los regué y me comí sus frutos. Hasta ahí, lo normal.
Pero con los años, me fuí dando cuenta de que mi huertina es algo más. Es mi momento diario para mí. Mi espacio zen. Mi tiempo de meditación. Mi lugar de contemplación. Me di cuenta de que tengo en casa algo que antes iba a buscar fuera, especialmente con la bici de montaña y con la pesca en la mar.
En algo tan pequeño he encontrado olores, sabores, vivencias, charlas con los míos, obsequios al compartir mis productos con amigos y bonitos regalos en forma de semillas o plantas que me daban para que probase nuevas variedades en mi casa. Últimamente he encontrado hasta un hueco para tener un botijo, también para compartir contigo. (Sé botijo. Otra de liderazgo)
Pero lo más importante es el tiempo que invierto en ella. Sí, que “invierto”, porque me da un retorno importante. Me ayuda a desconectar, a ponerme en blanco, a abstraerme. Potencia que sea más creativo, que tenga otros puntos de vista, que analice las cosas desde fuera, que resuelva problemas o que encuentre modos diferentes de hacer mis cosas. Me lleva a crecer personal y profesionalmente.
Esto me ocurre desde que planifico qué voy a poner y dónde, al irme a los viveros a comprar plantas y materiales, al preparar la tierra, al recolectar, al retirar los restos vegetales, etc.
Cuando más disfruto, es en el momento del riego nocturno de verano, tiempo de devolverle a la huertina el mimo que me da. El sonido del agua, los olores que desprende a última hora de la tarde (sobre todo en la zona que tengo con aromáticas), ver cómo se va filtrando y empapando la tierra y el relax que me produce, es una maravilla.
Este año, con el reclutamiento del #Covid19, mi huertina me está dando muchos momentos más, personales, de juego con mi hija, de tranquilidad, para respirar aire libre, e incluso para estar ahí teletrabajando cuando el tiempo lo permite. Veremos este estío sus frutos y si es verdad eso de que el que siembra recoge, en lo material y en lo personal.
Seguro que tú también, en tu día a día, en tu rutina, en tus aficiones te encuentras situaciones similares. ¿Tienes algo que realmente te aporta mucho más que la mera actividad de realizarlo? ¿te llena lo que haces?
Fuera de tus rutinas, ¿qué aficiones o momentos personales tienes? ¿qué es lo que te hace crecer? ¿Dónde encuentras tu tiempo para ti mismo? ¿En qué situaciones tu cabeza se mueve, es más creativa o eres capaz de interiorizar más?
Por otra parte, es lección de liderazgo. ¿Cómo quieres tener frutos en tu equipo si no pones el mejor sustrato? Y, ¿lo abonas? ¿lo riegas? ¿quitas las malas hierbas? ¿mimas más tus mejores plantas? ¿les dedicas el tiempo que requieren? ¿conoces la necesidad de cada “especie”? ¿eres constante? ¿estás ahí cuando te necesitan? ¿tienes “especímenes” simbióticos?
¡Encuentra esos espacios y tiempos para ti! Y claro, ¡sé consciente de ellos y sácales todo su partido!. Crece en lo personal y comparte con los tuyos. Genera equipos y sinergias. Y todo, con cariño.